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20 de marzo de 2013

Una biblioteca que crece con su hijo


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Día 13/01/2013
Los libros deben acompañar el desarrollo evolutivo del pequeño desde sus primeros meses de vida.
Ningún experto lo duda: el contacto con los libros es primordial desde la cuna. La lectura estimula el desarrollo de los niños, la imaginación, la creatividad, es una forma de afecto, les ayuda a conocer y entender el mundo que les rodea... Los libros son una forma privilegiada de atender a todas sus necesidades. Por eso, se aconseja a los padres que, desde que nacen, generen en sus hijos la sensación de que la lectura se produce en un ambiente bienestar.
Los libros ayudan en el conocimiento, pero no hay que olvidar que también ofrecen un contenido lúdico, es una forma de divertirse, de soñar, de imaginar, de reír... Y para cada edad, y para cada niño, hay libros acordes a su desarrollo. Que sean grandes lectores dependerá en gran parte de los padres. Ellos deben conocer cuáles son los intereses y necesidades de sus hijos; dar ejemplo en casa; leer a los pequeños incluso cuando solo balbucean; llevarles a librerías, bibliotecas; acompañarles en la elección del libro (buscando información en internet o aceptado los consejos del librero), conversar con los niños sobre los libros y nunca convertir la lectura en un castigo.
Tres expertas ofrecen consejos para saber cuáles son los libros más adecuados según la edad: Eliana Maridueña, de la editorial Juventud; Isabel Carril, directora de publicaciones generales de la editorial Bruño y Elsa Aguiar, responsable de contenidos de literatura infantil y juvenil de la editorial SM.

De 0 a 3 años

Cuanto antes mejor, aconsejan los expertos. Desde que nacen, los bebés pueden familiarizarse con los libros. «No focalizan la mirada, ni siquiera pueden sostenerlos, pero pueden entender su musicalidad y la poesía de las canciones», asegura Elsa Aguiar, responsable de contenidos de literatura infantil y juvenil de la Editorial SM. «Lo más importante es generar en el niño la sensación de que la lectura se produce en un ambiente de bienestar, relajado, íntimo y amoroso. Que es algo gradable. Por eso, es importante mirarle a los ojos cuando le leamos», añade.
Y la oferta para esta etapa tan temprana es amplísima. Eso sí, son libros que siempre deben garantizar su seguridad. «Que no contengan piezas pequeñas, ni materiales tóxicos», advierte Isabel Carril, directora de publicaciones de la editorial Bruño. «De cartón y con las puntas redondedas, que pesen poco para que puedan cogerlos con sus manitas», explica Eliana Maridueña, del departamento de Comunicación de la Editorial Juventud. Es una forma de favorecer su psicomotricidad.
Desde libros de plástico para el baño, mordedores, hasta otros que contienen diferentes texturas, sonidos, de grandes imágenes, con colores vivos que contrasten para que puedan distinguir mejor...
Deben ser libros que ayuden a despertar los sentidos y que favorezcan su desarrollo evolutivo, sobre todo psicomotriz y socioemocional... El libro se convierte en un juego más, en un elemento natural que forma parte de su entorno.
A partir del año funcionan ya determinados personajes, sobre todo animales que permiten a los bebés desarrollar afecto ya que se apengan a ellos. Libros con solapa y ya con palabras que el niño asocia a una imagen. Es una forma de comenzar a desarrollar vocabulario para cuando a los dos años explote el lenguaje.
A partir de los dos años ya se juga con las palabras, el niño comienza a hablar. Es entonces cuando los niños empiezan a identificar objetos, aprenden formas, incluso emociones básicas (triste, enfadado, alegre), rutinas de su día a día (levantarse, ir al cole, comer, irse a dormir, cepillarse los dientes), los primeros números, el abecedario, las estaciones, los colores... «Todo para empezar a controlar el mundo en el que viven. Son libros que el adulto puede leer, escenificar y ayudar al niño a entenderlo», asegura Elsa Aguiar. A partir de ahora se pueden empezar a contar los primeros clásicos adaptados.

De 3 a 6 años

Además de seguir desarrollando todas las capacidades anteriores, en esta etapa se produce un giro fundamental. El lenguaje, su vocabulario, crece por momentos, pero también «es la etapa de iniciación a la lectura, lo que llamamos la prelectura. Y no hay prisa, pero es fundamental enriquecer su vocabolucario, que el niño entienda el mensaje de los libros, con frases sencillas. Para eso se puede apoyar en otros elementos como ilustraciones», asegura Isabel Carril.
A esta edad, los pequeños entienden los libros con una historia y con imágenes, pueden seguir los dibujos acordes con lo que se les está contando. Les encanta ver libros tridimensiones, imaginativos y también de la vida cotidiana, se puede empezar a introducir en valores, en la inteligencia emocional... Disfrutan con libros participativos, de juegos o creativos así como los que tienen canciones, adivinanzas y rimas fáciles. Empiezan a captar los primeros conceptos básicos.
Hay que seguir trabajando los hábitos pero ahora se puede hacer de forma diferente: un cuento para el niño que le cuesta coger el sueño, o que no quiere ir al cole, o que se le escapa el pipi por la noche. También se pueden empezar tratar los miedos: a la oscuridad, a los monstruos...
Hay que empezar a estimular la fantasía. «La imaginación tiene que estar presente siempre, porque los niños hasta que no son mayores no distinguen demasiado entre realidad y fantasía. Hay que desarrollar eso y vacunarles para que no pierdan la capacidad de crear y soñar con otros mundo», recomienda Elsa Aguiar.
Saciar su curiosidad es otro de los objetivos en esta etapa: dar respuestas a sus preguntas; de dónde viene la leche o el yogur, o por qué cambian de color los semáforos.
Y nunca hay que olvidar el humor, como apunta Eliana Maridueña, que les gusta mucho.
«Hay muchas vías de entrada en la lectura, se trata de crear lectores y el camino es distinto para cada niño», dice Elsa Aguiar.

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